domingo, 17 de enero de 2010

Una verdad oculta

Despertó exaltada, mareada y confundida en un cementerio sobre una tumba. Es de noche y hace frío. Asustada se levanta y comienza a recorrer los escalofriantes pasillos del Cementerio Central en busca de una salida. Durante el trayecto encuentra un diario. El diario de su mejor amiga, Francisca, manchado con sangre. Ella sin entender lo que sucedía ni recordar el motivo del por qué estaba allí, salió corriendo entre los distintos pasajes del lugar hasta que halló una puerta que daba a la calle principal. Divisó a lo lejos un bulto en el suelo. Se acercó y reconoció de inmediato que aquél pertenecía a su amiga. Lo tomó en sus manos y decidió revisarlo. Estaba vacío. Extrañada, guardó el diario en él y siguió caminando. Le dolía el pecho. Sentía una angustia espantosa y estaba cansada. Llegó a una plaza y se sentó en un banco. Sacó el diario y notó que estaba cerrado. Buscó y buscó en el bolso la llave, pero no la encontró. Cerró los ojos y sintió un pequeño y débil golpe en su espalda. Se puso de pie y volteó para ver de quién se trataba. Era una anciana. La miró fija y detalladamente. Inquieta y asustada le preguntó quién era. La anciana respondió que vivía frente al Cementerio Central y que tenía un encargo para ella. Antonia, sorprendida, recibió el paquete y se sentó para abrirlo, pero cuando iba a preguntarle sobre el remitente de aquél, la anciana se había ido. Desapareció tan rápido que no dejó huella ni rastro alguno. Antonia resignada, decide abrir el paquete. Era un sobre, un sobre algo abultado y de éste saca una pequeña bolsa que contenía una jeringa. Ella sin entender, toma el papel adjuntado al sobre: Nibbea oeste #2.730, Horton.
Era la letra de su amiga, pero Antonia no comprendía lo que sucedía ni el por qué de aquella carta, solo logró descifrar su remitente debido a que Francisca tenía una manera de escribir muy especial y única para modificar las letras. Decidió ir a aquella dirección. Caminó y caminó, estaba amaneciendo y ella se sentía agotada. Entró a un restaurante que había en una esquina y buscó una mesa vacía. Se dirigió a ésta y tomó asiento. Llamó al camarero (Alex, según la impresión de su chapa), el único a esa hora y pidió algo de comer. En la espera, sacó el diario y el camarero, quien la observaba detenidamente, metió su mano al bolsillo y extrajo una foto. Era ella, Antonia. Alex se le acercó. Ambos se miraron con timidez y él se agachó. Algo buscaba en su calcetín hasta que lo encontró. Era una fina y antigua llave que entregó a Antonia. Ella, asombrada, la recibe e inserta en la ranura del diario. La giró y el candado se abrió. Antonia impresionada agradeció a Alex por haberle entregado la llave y le preguntó por qué la tenía. El camarero respondió que una niña se la había entregado junto a su foto y le encargó entregársela apenas reconociera, por medio de ésta, a la persona que aparecía en ella.
Antonia no se atrevía a leer el diario. Sentía miedo. Se puso de pie. Tomó el diario y el bolso en sus manos y salió del lugar sin esperar la comida.
Se dirigió a un lugar apartado en donde no circulaba mucha gente. Se sentó en el suelo e insegura abrió el diario. En la primera hoja decía:

“Querida amiga:
Este diario está dedicado a ti y espero ser yo quien, personalmente, te lo entregue. De no ser así…”.

Había puntos suspensivos. Antonia acercó el diario a su corazón y comenzó a llorar. Secaba sus lágrimas con un pequeño pañuelo de tela blanca que llevaba consigo en uno de sus bolsillos. Cerraba y abría sus ojos constantemente. Miraba los árboles y luego al suelo.
Entre lágrimas pasó a la hoja siguiente:

“¿Recuerdas la vez en que nos conocimos? Estábamos en un pub y yo, ebria, te vomité la ropa, obviamente sin querer. Me acompañaste al baño, te limpiaste y no me dejaste sola hasta que recuperé la cordura…”.

Antonia con una sonrisa recordó aquel momento mirando al cielo y así fue leyendo una a una las hojas del diario hasta que se percata de que faltan algunas. Fueron arrancadas y los restos que permanecían en el diario estaban sucios y manchados de sangre. Antonia preocupada, angustiada y confundida decide retomar el camino e ir a la dirección que contenía el sobre. No sabía cómo llegar. Estaba perdida y preguntando, logró dar con el paradero. Llegó a Nibbea #2.730, Horton. Era una antigua casa, vieja y abandonada, llena de arbustos y prácticamente destruída.

Estaba anocheciendo y no tenía el valor para entrar. Estaba aterrada y preocupada por su amiga quien no aparecía.
Sacó del llavero una foto de ambas que tenía en el pantalón. La tomó en sus manos y la presionó fuertemente contra su pecho. Dio un gran suspiro y se armó de valor. Caminó hacia la puerta de la casa. Se detuvo al ver tirada en el suelo una de las hojas del diario de su amiga. Ésta decía:

“¿Sabes? Estoy enferma. Obsesionada por un amor imposible. He sufrido bastante al respecto, sin embargo, sigues siendo el pilar que me sostiene…”.
La hoja no decía más y Antonia la guardó e introdujo en el diario.
Siguió caminando y encontró otra hoja:

“Hoy salgo contigo Anto, vamos a bailar y a beber algo…
¿Perdóname, bueno?”.

Antonia extrañada intentaba comprender lo que sucedía, pero por más que lo hacía, no pudo. Guardó también aquella hoja y siguió caminando. El pasillo la condujo a una escalera y con cautela comenzó a subir. Al llegar arriba, encontró otra de las páginas del diario, pero la tinta estaba aún húmeda:

“Anto:
Yo sé que este momento para ti es complicado, es una situación compleja. No sabes lo que sucede y no sabes a qué conducen los acertijos que te he ido dejando. Debido a esto te explico lo siguiente:
Hace 2 días nos juntamos para salir. En mi casa, eché una píldora a tu bebida. Se llama HIDDA V3 y es una droga que afecta la capacidad para recordar, además, de hacer hablar sin remordimientos, pero eso no es todo, en el pub al que nos fuimos minutos después, nuevamente, eché una píldora y como bebimos y bailamos demasiado no te diste cuenta.
Cuando la ingeriste no parabas de hablar y aproveché el momento para decir lo que he ocultado durante años. Te declaré lo que me has hecho sentir todo este tiempo. Te confesé que eras tan, pero tan importante para mí, que soy capaz de dar la vida. Me volví tan dependiente de ti que en el momento en que estabas comprometida con Álvaro me sentía sola, perdida y desorientada.
Tanto reflexionar descubrí que no te miraba como amiga, sino como mujer. Para mi fue bastante fuerte, pero lo acepté. Me enamoré… ¿por qué crees que te llamaba todos los días, que hacía lo que me pedías, que te consentía en todo, te hacía regalos, además de protegerte y cuidarte? ¿Porque eres mi amiga? ¡No! lo hice porque te amo y necesitaba que te dieras cuenta, pero no fue así y cuando te lo dije en el pub, no me prestaste atención y me trataste de loca, de enferma y ridícula. Dijiste que jamás estarías conmigo y que te alejarías de mí. Me sentí tan mal que decidí llevar a cabo mi plan. Si tú no estás conmigo, para mí nada tiene valor y prefiero estar muerta. Es debido a eso que me di el tiempo de organizar todo lo que has vivido hasta este momento, desde que despertaste en el cementerio hasta ahora que estás en esta casa. Te dejé en el cementerio para tener tiempo de concluir mi plan. Lo demás ya lo sabes; el diario, el sobre, el camarero con la llave y la dirección.
Pero en fin, ahora cuando abras esta puerta ya será demasiado tarde…”.
Amiga, perdóname…

Francisca.

Antonia con un grito deja caer el bolso, la hoja, y corre hacia la puerta. Desesperadamente la busca y en una sala de la habitación la encuentra tendida en el piso, con las muñecas sangrando y respirando con dificultad.
La acaricia e implora que no muera. Saca su celular y llama a la ambulancia. Ésta llega a los pocos minutos y rápidamente llegan a la clínica.
Francisca está en coma y Antonia no se separa de ella en ningún instante. Ruega a Dios por la vida de su amiga y cuando le toma la mano Francisca abre los ojos y le pide perdón. Antonia la abraza y cae desmayada. Se golpea la cabeza y muere instantáneamente por un derrame cerebral.
Francisca es internada a los días en un psiquiátrico por intentar suicidarse nuevamente, pero logra escaparse. Al salir de la clínica psiquiátrica completamente trastornada y desorientada, es atropellada por un auto de policía que la buscaba intensamente y muere al instante.

Desilusión

Iba Rafael caminando apresuradamente por la avenida más larga que jamás había visto. Estaba atrasado. Debía llegar a las 19 hrs. en punto a aquella esquina en donde se encontraría con su grupo de amigos. Cumplía 23 años de edad y estaba feliz de celebrar aquel día con la gente que compartía habitualmente. Además, sus amigos, habían logrado conseguir aquella caja de licores que tanto anhelaba para completar su colección.
Cuando llegó al lugar, sus amigos lo esperaban sentados en el suelo, en un círculo y con una bolsa negra en el centro. Cada uno lo saludó de la mano y con golpes en la espalda, y todos ellos lo felicitaron a su manera, diciendo: “Weeena poh Rafa, feliz cumpleaños socio… te estai poniendo mah viejo compadre, ejalé”.
A los minutos todos se levantaron del suelo y emprendieron marcha a su destino: La Discoteque.
De pronto, Gonzalo, uno de sus amigos y el más serio, se quedó atrás y gritó fuertemente: ¡NO! Todos voltearon asustados a verlo y nadie comprendía lo que había sucedido, sin embargo Gonzalo, se acercó a un muchacho que acababa de tirar un envase de papas fritas al suelo y le dice enojado: ¿O`e, que te hai crei`o? ¿Acaso no te enseñaron a que la basura no se tira al suelo si no que se bota al basurero? ¿Tirai los papeles en tu casa al suelo también? ¡Recógelo al toque si no querí que te dé un combo de una!
El muchacho asustado recogió el envase y lo echó al basurero más cercano. Gonzalo, al notar que el tipo le había obedecido, metió sus manos tranquilamente a los bolsillos del pantalón y siguió caminando junto a los demás.
En el trayecto a la disco todos iban cantando, riendo y conversando. Llegaron al lugar e hicieron la fila para pagar la entrada. Cuando finalmente llegaron a ésta, los guardias los revisaron y a José le encontraron en su chaqueta un arma. De inmediato lo apartaron del grupo y lo encerraron en una pequeña sala. Al instante llegaron los carabineros y comenzaron el interrogatorio. José insistía en que era una pistola de juguete, de agua específicamente, pero nadie se atrevía a comprobar para no dejar huellas en ella. Cuando los carabineros corroboraron que dicha “arma” no era real, sino de plástico, salieron avergonzados de la sala y pidiendo disculpas a José se retiraron rápidamente.
Estando todos adentro y con José de vuelta en el grupo, 3 de ellos fueron a la barra.
Fueron luego a guardarropía y entregaron la bolsa negra, pero antes, sacaron de ella una pequeña botella que contenía un líquido rojo.
Luego de un rato, Rafael se sintió borracho y se sacó la polera. Sus amigos sacaron la botella y en su vaso, vertieron un poco de ese extraño líquido.
Rafael sin darse cuenta lo bebió. Sus amigos, quienes no lo dejaron solo en ningún momento, lo observaban fijamente y estaban pendientes de sus actos, cuando de un momento a otro cae desmayado. Ángel, el amigo más cercano, lo toma en sus brazos y lo acomoda en la silla, para luego llevarlo a casa.


Rafael, dentro de su inconciencia, siente que despierta en una cama, desorientado, sin poder mover los brazos ni piernas debido a que está completamente atado. Todo su entorno era blanco y no había ningún objeto al cual observar.

Iba caminando solo sobre los rieles del ferrocarril. Tropieza y al levantarse se encuentra cara a cara con una mujer. Ella atada de pies y manos, aparece sobre la cama de un motel. Rafael saca de su bolso unas pinzas y comienza a depilarle las piernas a la tipa. Saca además unos labiales y maquillaje. Le pregunta: ¿Qué marca es la mejor en maquillajes? Y ella responde: “La mejor marca en maquillajes es Espermaliquid”. Rafael se para rápidamente de la cama y da un giro de felicidad y grita orgulloso: ¡Justo la que utilizo yo!

Despertó ebrio en un parque con un vómito al lado. Al ponerse de pie, se agachó para recoger una botella de vodka que tenía junto a él y al intentar tomar un poco, se mojó la polera al no controlar la dirección de su mano. Caminaba por el pasto y recogía hojas secas y las guardaba en su bolsillo, de pronto escucha el sonido de una botella quebrarse y cae al suelo.

Despierta tras las rejas junto a otros reos. Asustado se queda parado en un rincón. Al rato, logra persuadir y convence al guardia de abrir la celda para ir al baño. Éste la abre, pero Rafael sale corriendo del lugar y logra escapar. Una vez afuera, corre a más no poder y llega a una pasarela para intentar suicidarse. Al subir a la baranda resbala y cae hacia atrás rompiéndose la cabeza.

Felipe le tira un vaso de agua en la cara para despertarlo y Rafael, ahogado, se sienta en el sillón medio desorientado preguntando lo que pasó. Sus amigos le confiesan lo que hicieron y recalcando en todo momento que fue sin ninguna mala intención.
Rafael, decepcionado, les grita que no tiene amigos y los integrantes del grupo, asombrados, lo miran extraño y perplejos. Rafael sonríe y les dice: es una broma!!! Se abrazaron todos y le dieron su regalo al cumpleañero: Las llaves de una cabina telefónica para sacar la caja de licores que él tanto anhelaba. Rafael corre hacia la cabina que está afuera, la abre y saca la caja. La toma en sus manos con dificultad, la besa, solloza y grita: por fin la completéééé. Entre tanta emoción, pasa un motoquero, rápidamente le quita la caja y se la lleva.

sábado, 16 de enero de 2010

..a ti




Estoy en un momento complicado de mi vida.. enamorada. Quizás es un amor obsesivo, cosa que no creo, pero es sincero, es honesto. Es un amor que vive en mí y sólo quiero que tú, B, lo aceptes.
Hay momentos en que no quiero llevar conmigo este sentimiento porque sufro mucho al no ser correspondida, pero a pesar de esa indiferencia, aún tengo la esperanza de tenerte junto a mí. A lo mejor estoy siendo ilusa hasta quizás tonta, pero la esperanza es lo último que perderé :/

Te conocí a través de una amiga. Yo la iba a buscar a su instituto, me viste un par de veces, nunca hablamos. Me buscaste en face y me agregaste. Yo te acepté a pesar de no haberte visto, pero teníamos amigos en común, por ende, supuse que habíamos hablado y solo no te recordaba. Esto fue el 5 de febrero del 2009. Desde aquel día entraste a mi vida. Nos agregamos a MSN. Hablamos, nos empezamos a conocer. Teníamos muchas cosas en común. Nos reíamos mucho e incluso nos amanecíamos hablando. Te empecé a querer... te empecé a querer mucho! y cada día el sentimiento crecía hasta que llegó el día de nuestra junta: 25 de abril. Ese día viniste a mi casa a enseñarme un programa relacionado con la carrera. Yo movía el mouse y tú, tú pusiste la mano sobre la mía. En ese momento empecé a temblar. Sentí cosquillas en todo el cuerpo.. me puse roja y mi corazón empezó a latir fuertemente. Nos miramos. Estábamos tan cerca, tan cerca, que deseaba darte un beso y sentir tus labios rozando los míos... pero bueno.. algo nos separó. Me paré y me senté en la cama con mi luna en las piernas (tuto). Empezamos a hablar de la vida, de la carrera, de un montón de cosas y entre eso, intentaste quitarme la luna y nuevamnete quedaste cerca de mí, pero nada.. La hora pasó volando y te fui a dejar al metro Baquedano. Te fuiste.. yo también. Al llegar a casa me conecté y tú también lo hiciste. Te dije que me dieron ganas de besarte y respondiste que habías sentido lo mismo, pero ni tú ni yo fuimos capaces de hacerlo. Seguimos hablando y acordamos juntarnos el 30 de abril. Llegó el día y nos juntamos en el arbolito de Baquedano, típico lugar de encuentro. Al llegar a casa nuevamente hablamos de muchas cosas: de ti, de mí, de la "cita" anterior. Me intentaste quitar otra vez la luna, quedaste sobre mí, nos miramos fijamente.. me besaste. Lo recuerdo como si recién hubiese pasado. Me volviste a besar y desde aquel momento comprendí que me estaba enamorando. Siempre recordaré estas fechas: 5 de febrero, 25 y 30 de abril, 9 y 21 de mayo.